Mi padre y yo
Una actividad de reflexión experimentada por APEF en el marco de sus círculos de diálogo entre hombres.
APEF apoya a las mujeres de Bukavu en su emancipación socioeconómica y política, mediante cursos de alfabetización en swahili y corte y confección. APEF también les ofrece formación empresarial y emancipadora. A raíz de estos cursos de emancipación, las alumnas se dirigieron a APEF para que ofreciera cursos de formación para hombres. Sentian que sus padres, maridos, hermanos, etc. no eran receptivos a la información que recibían sobre la formación que impartian, en temas como el género y la violencia de género, la importancia del matrimonio civil, la herencia, la gestión de los ingresos del hogar, etc. Por ello, APEF decidió crear cursos de formación para los maridos, padres y tutores de las alumnas de APEF, para sensibilizarles también sobre estos temas. Como el formato inicial de sesiones de formación temáticas no funcionó bien, APEF experimentó con tres círculos de conversación de un solo sexo para que los participantes pudieran intercambiar opiniones con mayor libertad.
Esta ficha expone el procedimiento del segundo círculo de conversación, que se centra en los comportamientos del hombre, similares a los de su padre. El primer círculo propuesto por la APEF trata de las representaciones de la masculinidad, y el tercer círculo trata de la distribución de las tareas y la carga de trabajo en función del sexo.
Condiciones generales
Lugar : Un lugar de fácil acceso y donde sea conveniente organizar una reunión de un solo sexo, donde a los hombres les guste reunirse (APEF ofrece sus círculos de conversación en un bar- cafetería). Un lugar donde sea posible sentarse en círculo.
Participantes : Un grupo de hombres (15 en APEF) y un facilitador.
Duración : 1 hora.
Objetivo del círculo de conversación : sensibilizar sobre la masculinidad positiva a través de un foro abierto no mixto para hablar y escuchar. Permite a los participantes hablar de los problemas que encuentran en su vida cotidiana mientras son guiados (por el facilitador).
Objetivo de la actividad : Permitir que el hombre identifique y comprenda cómo la relación con su padre es una de las principales fuentes de aprendizaje para su papel como padre y su comportamiento como pareja.
Procedimiento general : Este es un momento para hablar, compartir y escuchar. A pesar de que el animador ha previsto un marco, un hilo rojo que "seguir" a lo largo de la sesión, es importante que los hombres se sientan seguros y libres para hablar del tema que les parezca importante. El objetivo del animador es que los participantes aporten ideas y, al mismo tiempo, reflexionen sobre la masculinidad positiva. En primer lugar, el animador invita a los participantes a hablar de los temas generales que les afectan a diario y, a continuación, les conduce a la actividad de reflexión sobre la masculinidad.
Desarrollo de la actividad
1er tiempo : individual
En una hoja de papel, cada uno traza una línea para crear dos columnas. En la primera columna, deben anotar las semejanzas que tienen con sus padres (actitudes, comportamientos, formas de educar y de vincularse con los hijos, con su mujer, con el resto de la familia, cualidades y defectos). En la segunda columna, deberán anotar las diferencias con sus padres en los mismos puntos.
Segundo tiempo : reflexión colectiva
Tras un periodo de reflexión individual, se invita a los hombres a compartir lo que han descubierto durante el ejercicio.
Se pueden plantear las siguientes preguntas para estimular el debate :
- ¿Cuántas y qué características imito de mi padre ?
- ¿Cuáles son las características/actitudes/comportamientos de mi padre que repito con mis hijas e hijos, aunque no esté de acuerdo con él en ese aspecto ?
Después de escuchar lo que la gente tenía que decir, se reabre el debate con una nueva pregunta :
- ¿Qué puedo hacer con estas características que he repetido y que no me gustan o que están perjudicando a mis hijos y/o a mi mujer ?
Tercer tiempo : Conclusión del facilitador
Todas estas representaciones que tenemos del hombre perfecto y de cómo debemos comportarnos tienen consecuencias negativas para nuestras esposas, nuestros hijos y, por tanto, nuestro hogar. Por eso es importante deconstruirlas, hablar de ellas y encontrar juntos nuevas prácticas, sin dejar de sentirnos hombres.
Cuando éramos niños, muchas de las actitudes/comportamientos que nuestros padres tenían con nosotros podían hacernos sufrir ; acabamos encontrando naturales esos comportamientos. Llegamos a entender que ser hombre significaba ser poco cariñoso, distante, severo y autoritario, para ser reconocido y respetado como un verdadero hombre, aunque este tipo de comportamiento pueda generar malestar en los demás y en nosotros mismos.
A menudo no somos conscientes de que comportándonos así no estamos contribuyendo a la educación de seres humanos plenos y autónomos. Creemos que, por dolorosas que sean estas prácticas, convertirán a nuestros hijos en buenas personas como nosotros, sin reconocer el daño que este tipo de educación nos hace a nosotros mismos.